Obra invitada: Virgen del Carmen de Liétor
Del 22 de octubre al 20 de diciembre de 2021
Comisario: Santiago Espada Ruiz
Texto: Luis Guillermo García-Saúco Beléndez / Santiago Espada Ruiz
Coordinación: María Teresa Marín Torres
Diseño gráfico: José Luis Montero
Fotografía: Joaquín Zamora
Colaboran: Parroquia de Santiago Apóstol de Liétor y Hermandad de Nuestra Señora del Carmen de Liétor
Liétor, población albaceteña en la mancomunidad de la Sierra del Segura, ubicada junto al río Mundo, es un entrañable pueblo que ofrece a sus vecinos y visitantes un marco natural singular, así como un patrimonio histórico y artístico de evidente interés, que antaño perteneció al Reino de Murcia y la diócesis de Cartagena.
Este patrimonio incluye desde un legado islámico notable (con algunos ejemplos en el Museo de Albacete) a construcciones civiles y religiosas que abarcan desde lo medieval cristiano al barroco dieciochesco.
Así, esto se ve reflejado tanto en su arquitectura como en obras de todo tipo, destacando, con personalidad propia, la ermita de Belén, con un conjunto pictórico único en España, lleno de ingenuidad y primitivismo barroco popular, digno de ser conocido.
Dentro del casco urbano de la villa todavía permanece el antiguo convento de frailes carmelitas que estuvo dedicado al insigne San Juan de la Cruz, un conjunto arquitectónico levantado a finales del siglo XVII, siguiendo trazas de algún fraile de la orden.
Esta obra quedó concluida en el año 1700, según consta en la fachada de la iglesia, cuya estructura responde, íntegramente, a los dictados propios de la arquitectura conventual del Barroco del Seiscientos.
Lamentablemente, tras la Desamortización del siglo XIX, el conjunto fue abandonado, si bien el templo y algunas dependencias, felizmente, han sido recuperadas, evitándose de este modo su total ruina.
Hoy vemos, en el templo y en el actual retablo, a la titular y patrona de la localidad, la imagen de Nuestra Señora del Carmen: una notabilísima obra escultórica que, ya en 1985, en nuestro estudio sobre la obra de Francisco Salzillo en la provincia de Albacete, no dudamos en adscribir al genial escultor murciano1. Hoy, tal atribución es aceptada totalmente2.
La talla luce con plena dignidad artística, sobre todo tras la feliz restauración llevada a cabo en junio de 2012 por José Martínez Soler, de «Arts Liétor».
La imagen de la Virgen del Carmen es obra de vestir, frecuente en el Barroco y según lo habitual dieciochesco, con estructura de devanadera y solo de talla cabeza, manos y Niño Jesús que, aunque tradicionalmente se muestra a la devoción con vestiduras reales, es de talla en su integridad3.
La cabeza de María es de extremada nobleza, acentuándose con la extraordinaria encarnación y policromía que revelan el habitual semblante barroco, de rosáceas mejillas, tan propias de Francisco Salzillo.
Se nos presenta como una hermosa mujer, de perfecto modelado, con abundante cabellera ondulada que realza la calidad plástica facial.
Es, como se ha señalado en algunas ocasiones, la cara de una hermosa huertana, ciertamente idealizada, y que vemos en otras realizaciones plásticas de nuestro escultor.
Puede recordar esta cabeza, en su actitud y morfología, a las cabezas de la Virgen María que Salzillo realizara para las imágenes de las Inmaculadas de los franciscanos de Murcia o de Hellín, lamentablemente desaparecidas, que solamente conocemos por fotografías y que sin duda marcaron un hito en la producción del artista murciano.
Por otra parte, hemos de destacar la calidad plástica de la figura del Niño Jesús.
Como indicamos, si bien se muestra habitualmente vestido, es de talla completa y se ofrece desnudo, con cabeza redondeada y con los insinuados bucles de pelo a ambos lados de la cabeza, como un discreto remedo de las pelucas, tan a la moda en el siglo XVIII, con semblante amable; incluso el torso y piernas infantiles ofrecen ciertas arrugas, como un intento de reflejar delicadeza pueril, en contraposición, como ya señalamos en su momento, con cuerpos ancianos como el del extraordinario San Jerónimo penitente (hoy en el Museo la Catedral de Murcia) y donde, una vez más, Salzillo refleja a la perfección su buen hacer en la escultura.
Es seguro, a nuestro entender, que la Comunidad carmelita de Liétor encargó la imagen de su titular, la Virgen del Carmen, después de la que el Maestro Salzillo realizara para los próximos franciscanos de Hellín, es decir, con posterioridad al año 1770.
Por otra parte, la imagen letuaria ya estaba en el convento antes de 1788, año en que el pintor, murciano también, Joaquín Campos realizara el bocaporte que reproduce la imagen y que, en origen, cerraba la embocadura del camarín del retablo donde se veneraba4.
Volviendo directamente a nuestra imagen del Carmen, es necesario valorar que la misma se concibió para ser vestida con los hábitos tradicionales de esta Orden religiosa.
Así, las vestimentas, lejos de hacer disminuir la calidad escultórica de la pieza, la acentúan con telas ricamente labradas y bordadas, y acercan la propia figura sagrada a los ojos y sentimientos de los fieles devotos.
También, en estos aditamentos externos de la imagen se han de incluir otros elementos añadidos, como son los elementos de platería que, sumados al indumento, enfatizan la majestad de la propia imagen a quien representa.
Aquí, con coronas, cetro y con juguetitos de plata (un cascabelero) en las manos del Niño que desde sus orígenes la imagen los ha tenido, como también tuvo una media luna a los pies, hoy no conservada.
La corona de la Virgen es una creación de A. Estribes y Yagües (Madrid) firmada en 1854.
El ajuar textil de esta tan venerada imagen está conformado por prendas de indumentaria que abarcan una cronología que va desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta mediados del siglo XX.
En todos ellas la gama cromática, propia de los carmelitas, se repite: tonos marrones para el hábito y blancos para el manto y traje del niño.
Varían en cuanto a tipología de tejidos y decoración ornamental que están en consonancia con las técnicas y los gustos estéticos y artísticos propios de cada periodo histórico.
En ese sentido el arte textil que conforma la segunda piel de la patrona de Liétor se caracterizan por una dualidad: contemporaneidad, por estar confeccionada la misma a partir de tejidos, bordados y patrones propios de la estética regia y cortesana para así humanizarla y revestirla de majestad, y significación, porque sus motivos decorativos, con frecuencia florales y vegetales, están cargados de simbolismo mariano y eucarístico.
La Virgen del Carmen viste un juego de hábito y escapulario, encuadrado en los años ochenta del siglo XVIII, que es la obra de arte textil más antigua y preciada que conserva la imagen.
Sobre su soporte, de seda muy fina, se bordó, con gran maestría y virtuosismo, a partir de tisú de oro, hilos de oro y lentejuelas y mediante la técnica de aplicación, un primoroso y elegante diseño de estirpe neoclásica, en el que puede reconocerse el anagrama de María coronado y con media luna a sus pies, un collar bordado de tres vueltas que queda recogido en el centro con un broche igualmente bordado, laureles, rosas, y ramilletes sujetos con lazada.
Esta prenda, al igual que el resto, a pesar de ser un hábito, lo vestía la imagen, al modo de las féminas de la alta sociedad barroca, con gran volumen y pompa, algo que queda patente en la ubicación elegida para bordar mencionados ramilletes.
El manto que luce la imagen es del siglo XIX y está confeccionado a partir de espolines de alta nobleza que contienen, labrados con seda e hilos de oro, el diseño Pinzón de la histórica fábrica de sedas valenciana Casa Garín.
El niño viste una túnica de seda color beige guarnecida, con ricos encajes metálicos de oro entrefino, según los cánones propios del barroco para este tipo de prendas.
Es importante remarcar que el arte textil es inherente a la tipología de la escultura de vestir y a su contexto social, histórico y artístico, formando parte de un todo, que en conjunto da sentido a la obra.
Por ello, el modo actual de vestir a esta dieciochesca imagen es fruto de la recuperación del correspondiente tiempo histórico en la disposición de su indumentaria sobre ella, llevada a cabo a raíz de un trabajo de investigación en torno a su patrimonio textil histórico.
Con todo, y en conjunto, en esta imagen de la Virgen del Carmen, se aprecia la calidad artística de una obra que salió de la mano de Francisco Salzillo, maestro imaginero que, lejos de anclarse en soluciones plásticas enteramente tradicionales, supo, a la vez, innovar tanto en formas y modos de apariencia como en exquisitas policromías, sin dejar de emocionar y conmover.
Esta escultura y otras conservadas en Liétor, así como en otras poblaciones de la provincia de Albacete, demuestran el fuerte vínculo histórico de esa tierra con Murcia, que nunca se puede obviar, y que es una muestra más de la diversidad de una provincia, deudora en lo artístico e histórico tanto del foco murciano como del toledano y meseteño, e incluso levantino.
El objetivo del programa La obra invitada del Museo Salzillo es el enseñar a sus usuarios aquellas obras menos conocidas del maestro murciano, pero no por ello menos relevantes, que son de interés cultural, y tener con nosotros la Virgen del Carmen de Liétor es un sueño añorado hecho realidad.
La presencia de esta icónica obra artística en nuestro museo, fuera de su habitual ubicación, es un hecho realmente histórico en Murcia al tiempo que acerca con su “persona” al discreto pueblo de Liétor más allá de las fronteras de su estricto marco geográfico, valorándose aún más si cabe por la importancia de su papel en la Historia del Arte español, por encima de sus estrechos límites regionales que, a veces, dificultan la universalidad de las aportaciones culturales.
Por último, hemos de significar que esta imagen de la Virgen del Carmen figuró en el año 2015 en una de las sedes de la vigésima exposición de “Las Edades del Hombre”, celebrada en Ávila y centrada en la figura de Santa Teresa de Jesús.
Bibliografía
1 GARCÍA-SAÚCO BELÉNDEZ, Luis G.: Francisco Salzillo y la escultura salzillesca en la Provincia de Albacete. Instituto de Estudios Albacetenses, 1985, pp. 58-61.
2 RAMALLO ASENSIO, Germán: Francisco Salzillo, escultor (1707-1783), Ars Hispanica. Madrid, 2007, p. 227.
3 Medidas: Alto, 153. cm Niño: 34 x 20 cm.
4 AGÜERA ROS, José Carlos: “Catálogo de pintura y estampa”, Exp. Francisco Salzillo y el Reino de Murcia en el siglo XVIII. Murcia, 1983-1984, pp. 293-297.