Es el titular de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Según la tradición, su rostro fue traído de Italia por el padre agustino Butrón
Bajo el templete de planta central, ubicado en el frente norte de la iglesia se venera la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, titular de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno siempre asociado a su historia y veneración.
Esta ubicación fue la solución final más adecuada para solventar la jerarquía asumida por la imagen, siempre considerada el símbolo más querido de la institución.
Tal baldaquino, realizado por Julián Hernández y Francisco Bolarín en 1803, culminó la etapa renovadora del Bailío de Lora, Francisco González de Avellaneda, asimismo benefactor desde su nombramiento de mayordomo hasta su muerte del recinto. A él correspondió el encargo de la ornamentación interior del templo con las tribunas y pinturas de arquitecturas fingidas hechas por Pablo Sístori.
El Nazareno fue adaptado y restaurado en 1600 para imagen procesional por el entallador Juan de Aguilera y por el pintor Melchor de Medina. Es una imagen de vestir con cabellera de pelo natural, brazos articulados, manos y pies visibles, policromía cetrina y rostro expresivo de gran patetismo.
Según la tradición, la testa fue traída de Italia por el padre agustino Butrón y su origen ha estado siempre envuelto de leyenda. Al centrarse el profesor Belda en el rostro del sobrio Nazareno escribe: “mirada huida y ausente, pasea su solitaria figura envuelto en la aureola de su misterio”.
Fue la única que se salvó milagrosamente de la riada de 1651. Por ser el titular, por la alta estima que le tenían los cofrades y por su prestigio como insignia fue la única que sobrevivió a la importante renovación del siglo XVIII.
Fotos cedidas por Joaquín Zamora