Obra invitada: San Roque, de Francisco Salzillo
Del 25 de octubre de 2024 al 20 de enero de 2025
- Texto y Comisariado: María Teresa Marín Torres
- Fotografía: Joaquín Zamora
Una de las obras más admiradas de Francisco Salzillo es la imagen de san Roque realizada para su cofradía murciana, adscrita al gremio de Alpargateros y Cordoneros de Cáñamo cuyo núcleo principal se situaba en el barrio de San Andrés en aquel entonces.
Tuvo una gran devoción popular en toda Europa desde el siglo XV como abogado de la peste y fue precisamente en esta centuria cuando vivió el santo nacido en Montepellier, según el Acta Breviora (1483), aunque para Francisco Diedo (1479), gobernador de Brescia, su vida se retrotraería cien años atrás.
Su fiesta se celebraba cada 16 de agosto con el traslado en Murcia del santo antipestífero desde su ermita, a las afueras de la ciudad, frente al camino de Molina, a la antigua parroquia de San Andrés en multitudinaria romería.
La imagen permaneció allí hasta que en 1814 se llevó al convento de San Diego y en 1820 pasó a la antigua parroquia de San Andrés. Posteriormente, en 1886, con la Traslación parroquial a la antigua y desamortizada iglesia del convento de San Agustín, pasó a su ubicación actual.
Ha formado parte de las grandes exposiciones dedicadas a Salzillo (1877, 1973, 1983, 2007).
El profesor Sánchez Moreno localizó el encargo “al maestro de Escultura Don Francisco Zarzillo por la imagen que ha hecho de san Roque, estofada y con peana, todo en talla”, cuyos gastos ascendieron a 4.236 reales de vellón.
Pero fue el profesor Torres Fontes quien dató la imagen, pues los cofrades pidieron una ayuda al Cabildo Catedralicio en 1757 en aras de su conclusión y para que pudiera salir en la procesión del Corpus de aquel mismo año.
Aunque ya existía un altar de 1739 realizado por Jaime Bort, se añadieron candeleros y cera, y también la cofradía costeó la vara del santo con calabaza y cascabeles de filigrana de plata para el collar del perro a sus pies, hoy perdidos.
En plena época de madurez, Francisco Salzillo planteó una imagen acorde con las hagiografías e iconografía tradicionales, al representarlo como un apuesto hombre en su doble vertiente como héroe, al dedicar su fortuna y su vida a ayudar a los más necesitados, pero también como peregrino, como manifiesta su vara, el sombrero a su espalda o sus polainas.
Presenta un bello rostro con abundantes cabellos y rizada barba y su apuesta figura está llena de movimiento, al levantar el pie izquierdo y situarlo sobre una peña y apoyar el peso en el lado derecho en ligero contraposto.
Junto a él se encuentra su fiel compañero, un perrito que porta un pan en la boca, así como un ángel a su derecha que levanta su túnica para mostrar la llaga en su muslo, por decencia, en vez del bubón pestilente en la ingle, como hubiera sido lo lógico.
Sobresale la composición de los ropajes del santo de Montpellier, con corta y abultada túnica, oscura esclavina y manto sobre su brazo izquierdo, con diseños de grutescos y originales grecas en la rica policromía y el abundante estofado.
Si este san Roque de la parroquia de San Andrés, es de un tamaño un poco menor al natural, el que se expone en el Museo Salzillo junto a él, perteneciente a una colección privada, tiene unas medidas acordes a una imagen de oratorio.
Presenta la gracia y la delicadeza características de Francisco Salzillo para este tipo de obras destinadas a los oratorios domésticos.
También llevó a cabo otra imagen para el convento de Verónicas de Murcia, que Sánchez Moreno cree posterior, y para Orihuela, en el Museo Diocesano, que es muy parecido en composición al que acaba de adquirir el Estado para el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, atribuido a Roque López y datado como obra de 1796.