‘De María Virgine: imágenes de la Madre de Dios’
Del 5 de diciembre de 2024 al 15 de marzo de 2025
- Comisariado y texto: Francisco José Alegría Ruiz y María Teresa Marín Torres
- Imágenes: Joaquín Zamora
La Sala de Exposiciones Temporales del Museo Salzillo acoge la exposición ‘De María Virgine: imágenes de la Madre de Dios’ en la que reúne unas 70 imágenes de la virgen entre esculturas, pinturas y grabados procedente de colecciones particulares.
El magnífico himno eucarístico del siglo XIV Ave Verum Corpus, cuya composición se atribuye al papa Inocencio VI, al hablar del Cuerpo de Cristo añade que nació “de Maria Virgine”.
Con estas palabras el Museo Salzillo quiere dar continuación a la exposición Puer Natus, que en la Navidad de 2023 reunía diversas imágenes del Divino Infante, de distintas colecciones particulares de Murcia. Puer Natus, el Divino Infante, nacido De Maria Virgine.

Son ahora imágenes de la Madre de Dios, igualmente de colecciones particulares, las que propone el Museo Salzillo para ilustrar la vida de quien es, junto con su Hijo, la gran protagonista del misterio de la Navidad. Y si las imágenes del Niño Jesús se han hecho presentes a lo largo de la historia con diversas disciplinas artísticas en múltiples hogares cristianos, no es menor el número de imágenes de María que presiden recibidores, salones, alcobas u oratorios de las mismas casas.
Podríamos decir que es casi una santa costumbre la de poseer, si quiera una sencilla estampa que represente a la que para los católicos constituye el refugio de los pecadores, el consuelo de los afligidos, la salud de los enfermos o la causa de nuestra alegría.
Muchas de las imágenes de esta muestra son patrimonio de un legado familiar que se ha transmitido de padres a hijos durante varias generaciones, otras son fruto del gusto coleccionista de sus propietarios, pero todas ellas suponen un auténtico tesoro en los hogares donde se custodian. Sus propietarios se han desprendido temporalmente de ellas de modo generoso para que puedan ser contempladas por muchos interesados.

Diversas disciplinas, diversas calidades, diversos autores y escuelas, algunas veces difíciles de perfilar con exactitud, nos muestran la riqueza de estas pequeñas imágenes de la Virgen, muchas veces réplicas de grandes imágenes y siempre representando las principales advocaciones marianas.
Esta exposición no pretende ser una muestra exclusiva de piezas maestras de excelente calidad, ni siquiera ofrecer una catalogación exhaustiva. Es más bien el deseo de dar a conocer un patrimonio que normalmente permanece oculto y que nos habla del amor a la Madre de Dios y de cómo muchos hogares cristianos han puesto su imagen en lugares preeminentes.
Si acaso, De Maria Virgine sólo pretende abrir la puerta a una realidad de la antropología cristiana, de la historia de la devoción y de la piedad doméstica, que tiene en este tipo de representaciones una constante a lo largo de la historia.
La exposición consta de tres secciones
Tota Pulchra
En la primera, Tota Pulchra, se estudian las imágenes de María Inmaculada. El himno Tota Pulchra, es una antiquísima composición dedicada a la Virgen María, que ensambla textos del Libro de Judit y expresiones del Cantar de los Cantares.
Tota Pulchra es María, toda bella eres María, expresión que resume perfectamente el sentir de los creyentes respecto a la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios. La primera sección de la exposición, bajo esta evocadora antífona, se dedica a las representaciones de Inmaculada Concepción.

Al comienzo del siglo XVII se vivió en Murcia el inicio de un intenso fervor inmaculista, auspiciado por el obispo Antonio de Trejo y seguido por el estamento clerical y municipal, y que tiene en la capilla del trascoro catedralicio el principal exponente de esta devoción.
La causa de la Inmaculada Concepción era también la de la monarquía hispánica, y múltiples instituciones y corporaciones se sumaban a jurar su defensa, incorporando en sus dependencias las imágenes de este misterio mariano, muchas de ellas lienzos de los principales pintores locales. Pero será el siglo XVIII el que vio florecer sobreabundantemente las representaciones de la Inmaculada Concepción en la tierra murciana.
Algunas de las obras expuestas, como la pequeña Inmaculada de Francisco Salzillo que ilustra la portada del catálogo, muestran hasta qué punto tuvo éxito el modelo experimentado por el genial escultor y que alcanzó su mayor exponente en la gran escultura que presidía el altar de la capilla de la Purísima Concepción del convento franciscano de Murcia.
La génesis de esta iconografía mariana ha sido profundamente estudiada por los historiadores del arte cristiano. Se trata de una iconografía que quiere representar, más que un momento de la vida de la Virgen, un misterio que se sitúa en el preciso instante de su concepción, en el que fue preservada de toda mancha de pecado.
La búsqueda de la belleza formal, de la composición armoniosa, de la perfección del rostro, de la elección de colores, de la juventud sublimada, es el intento de concretar plásticamente una realidad que trasciende todo lo visible.
Los semblantes de pura inocencia y bella simplicidad de estas imágenes evocan la verdad del alma de María, completamente y siempre limpia. La riqueza de las policromías y el vuelo de los ropajes permiten atisbar el derroche de gracia que el Creador puso en María, su obra más perfecta.
Ancilla Domini
La segunda sección, Ancilla Domini, consta de las imágenes de María durante su vida terrena. Cuando María recibe el anuncio del Arcángel San Gabriel responde «He aquí la esclava del Señor». La expresión Ancilla Domini, esclava o sierva del Señor, es la perfecta síntesis de lo que fue la vida de la Virgen María.
Esta segunda sección pretende mostrar distintas imágenes de su vida terrena, desde su infancia en el hogar de San Joaquín y Santa Ana, hasta su Asunción en cuerpo y alma a los cielos.

Siendo la mujer que vivió oculta en el hogar de Nazaret, y que con suma discreción siguió los pasos de su Hijo, ha sido aquella sobre la que más se ha profundizado, que más se ha representado en el arte, y la que más ha modelado la vida de otras mujeres a lo largo de la historia. Dos episodios del transcurso de la vida terrenal de María han centrado la atención de artistas, coincidiendo con los dos grandes momentos evangélicos en los que su figura adquiere un importante protagonismo: su maternidad divina, y su dolor junto a la cruz de Jesús.
Las imágenes de la Virgen con el niño en brazos adentran al devoto y espectador en el misterio del Dios que comparte con los hombres su condición humana, queriendo estar en brazos de una madre y conocer su calor maternal. Estas representaciones permiten, si quiera, atisbar el misterio del Dios humanado, o si se prefiere, el de una humanidad trascendida.
Un misterio que lejos de despreciar lo genuinamente humano, como es la relación materno-filial, lo eleva a su verdadera vocación, que es la de la entrega amorosa de la Madre al Hijo. La ternura de estas imágenes ha llenado de luz los hogares de múltiples familias, que han visto cómo las escenas más cotidianas de cualquier hogar, estaban santificadas por el ejemplo de María con el Niño en brazos.
Algunas obras de la exposición, como la imagen de escuela sevillana de la Virgen María en la que el Niño se apoya sobre sus piernas, son ejemplo de esta representaciones de escenas cotidianas elevadas a representaciones sagradas.
Por otra parte, si otra escena de la vida de la Virgen era capaz de conectar con la realidad y existencia cotidiana de los fieles, era la de su dolor al pie de la cruz. Son muchas las imágenes de este misterio que se exponen, siendo especialmente significativa la presencia de dolorosas que, bien de la mano del escultor Salzillo o de la escuela que siguió sus huellas, representan en delicadísimos barros las versiones de las distintas imágenes de los templos murcianos.
Regina Caeli
La tercera sección, Regina Caeli, son las imágenes de María, Reina del Cielo, en sus patronazgos. Otro himno de liturgia católica proclama a la Virgen con el título de Regina Caeli, Reina del cielo. Tras su Asunción en cuerpo y alma, y terminado el transcurso de su vida terrenal, comienza el reinado de María, coronada como reina y señora de cielos y tierra.

A María le es concedido ejercer un patronazgo y protección sobre todas las realidades creadas, y es por ello que la piedad y devoción de los fieles ha sabido recurrir a ella para encomendar los distintos aspectos de su vida.
Distintas advocaciones han sido expresión de este patronazgo de María, encontrándose la de la Virgen del Rosario y la Virgen del Carmen entre las más populares. Muchas de las imágenes expuestas nos muestran esta última advocación, tan íntimamente ligada al amor por los ancestros.
El poder de María de aliviar las penas del purgatorio y hacer que los devotos del santo escapulario se vieran libres de las mismas por la promesa sabatina, hizo que se recurriera a esta advocación con gran frecuencia en los hogares cristianos.

Una bellísima imagen de escuela murciana, que mantiene sus indumentaria original, muestra hasta qué punto este tipo de imágenes, en las que sólo cabeza y manos eran esculpidos, se realizaban con una perfección y minuciosidad capaces de expresar toda la belleza y grandeza de las imágenes de tamaño natural.
Grabados
Finamente la exposición se completa con grabados. La estampa tuvo el poder de difundir la imagen con una capacidad inalcanzable para cualquier otra disciplina artística. Desde los grabados de calendarios que ilustraban los distintos santos o misterios de la fe que cada día del año se celebraban, como algunos de los que se muestran en la exposición, hasta la reproducción de las grandes advocaciones propias de una ciudad, servían para hacer presente de una manera sencilla y económica, las efigies de la Madre de Dios en las casas de los devotos.

Concluye la exposición con la fotografía de la Dolorosa de Jesús, que tan popular fue en la Murcia del siglo XX. La aparición de esta nueva iconografía supuso un punto de inflexión en cuanto la reproducción de imágenes se refiere, y si a la vez hizo que decayera el encargo de imágenes en otras disciplinas, conllevó igualmente a una difusión y presencia impensable hasta el momento.
Del mismo modo servía para consagrar en cada hogar una de las imágenes más veneradas de Murcia, haciendo que cada murciano grabara en su corazón y memoria uno de los rostros más bellos de María jamás esculpidos.